Impacto de la DANA en la salud mental

Estas últimas semanas en España estamos viviendo focalizados en la situación de desastre natural que han sufrido algunas zonas de la costa mediterránea, y sobre todo algunos de los pueblos de Valencia.

Este fenómeno ha arrasado varios pueblos y con ello la vida de muchas familias que viven en ellos. Las pérdidas materiales han sido astronómicas, pero hay un aspecto menos visible que, en ocasiones pasamos por alto, subestimándolo: las secuelas en la salud mental de las personas afectadas. Este tipo de desastre destruye hogares y negocios, y a la vez perturba la vida emocional y psicológica de quienes lo experimentan.

En estas situaciones, es común que las personas experimenten un abanico de reacciones emocionales de carácter negativo, en tanto que se viven con dolor. La mayoría de estas reacciones van a estar dominadas por emociones como ansiedad, tristeza, irritabilidad e impotencia.

Por descontado, no todas las personas reaccionamos igual ni en la misma medida, pero es frecuente que, ante estas vivencias, suframos un periodo prolongado de malestar que afecte a nuestra rutina diaria y a la capacidad para funcionar con normalidad.

Hay algunos factores que nos hacen más vulnerables aún y que pueden maximizar el daño psicológico: la pérdida de seres queridos, del medio de sustento, la interrupción de nuestra red social…

Por el otro lado, estamos viendo un despliegue de conductas prosociales de ayuda a muchos niveles que nos hacen enorgullecernos de nosotros mismos. Personas que han parado su vida para desplazarse unos días, que dedican parte de su tiempo libre a escuchar y ofrecer terapias (médicas y psicológicas), que donan recursos de todo tipo, y que se están encargando de levantar a quiénes necesitan el apoyo.

Por desgracia, la recuperación no va a ser cosa de un mes ni dos, y, aunque las personas recuperen parte de su normalidad, es muy probable que necesiten apoyo a un plazo más largo.

A corto plazo, y para mitigar el impacto emocional son recomendables algunas estrategias:

Reconocer nuestras emociones. Es habitual que haya quien no se quiera permitir estar triste o enfadado, pero hacernos los fuertes no es la mejor manera de serlo.

Buscar apoyo social: tener cerca a nuestra red de amigos y familia nos ayudará a no aislarnos.

Buscar ayuda profesional: quizá ahora estemos centrados en aspectos de supervivencia, pero más adelante nos servirá para manejar los síntomas más graves de la ansiedad e intentar que no acaben empeorando.

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