Consecuencias psicológicas del confinamiento y el estado de alarma

Llevo tiempo queriendo abrir una entrada sobre esta situación que nos ocupa y nos genera tanto estrés últimamente.

Mañana llevaré 40 días sin salir de casa y, como yo hay mucha gente en el país. Esta situación es complicada y nos genera diversas emociones y pensamientos, a menudo desagradables.

El encierro nos ha obligado a alejarnos de las personas que habitualmente nos acompañan y esto se traduce, en muchas ocasiones, en sentimientos de soledad, tristeza y abandono. Además del aislamiento nos encontramos en una situación de especial vulnerabilidad, al ver que no podemos realizar aquellas actividades que nos hacían sentir felices, con antelación a la llegada del virus.

En cuanto a la ansiedad

El ser humano es, ante todo, un ser social. Necesita de las personas y del contacto físico y psicológico. Si no aprendemos a gestionar nuestro aislamiento podemos desarrollar problemas más o menos graves a corto y largo plazo.

En esta época es realmente fácil sentir ansiedad. Esta respuesta del organismo sirve para adaptarnos a las situaciones nuevas que evaluamos como amenazantes, pero deja de ayudarnos cuando controla nuestros pensamientos y emociones la mayor parte del día y nos hace sentir mal.

La reconoceremos por varios síntomas:

  • Síntomas emocionales: tristeza, abatimiento, ira, irritabilidad…
  • Síntomas físicos: palpitaciones, cefaleas, dolores musculares…
  • Síntomas comportamentales: hiperactividad, impulsividad, dificultad para relajarnos, insomnio…
  • síntomas cognitivos: dificultad para centrarnos en algo, nos quedamos en blanco…

En estos momentos nos ayuda pararnos a pensar qué es lo que estamos sintiendo y pensando. Dejar de hacer lo que estemos haciendo y relajarnos. Si sabemos meditar, nos ayudará a poner nuestra mente en blanco y a tomar conciencia de las cosas. Las técnicas de respiración son muy eficaces. A veces, escribir lo que sentimos y pensamos también nos ayuda a poner en palabras todo, y a poder darle la importancia que realmente tiene, tomando algo de distancia.

Es importante que sepas que tus emociones son normales. Quizá no te gusten, pero es normal que se produzcan dada la situación que nos ocupa. No te castigues por sentirte mal o por pensar de determinada manera, no ayuda. Mejor intenta poner remedio.

Consejos para todos los públicos…

Existen una serie de recomendaciones que nos ayudan a llevar el día a día de una manera más adaptada, aunque esto nos resulte difícil de pensar:

  • Mantén una rutina. Levántate, desayuna, aséate, vístete con ropa cómoda, realiza actividades en la casa y/o ejercicio físico…
  • Sigue una buena alimentación. Si estás solo en casa puede darte pereza y hacer que te centres en la comida basura. Dedica tiempo a la cocina y sigue una dieta saludable.
  • Habla con tus seres queridos por teléfono o videollamada.
  • Destina momentos del día para ti. Medita, lee, escribe o date un baño relajante (con juicio, tampoco es cuestión de derrochar agua a diario). Seguro que hay cosas que no podías hacer por falta de tiempo y aun no te has puesto a ello.
  • Haz actividades placenteras: un libro o una buena película nos aísla un rato de nuestro entorno inmediato y nos hace vivir emociones.
  • Si vives en pareja, y aun teniendo una buena relación, pueden surgir más discusiones, a veces por cosas sin importancia que antes ni os importaban. Daros tiempo a solas, no es necesario hacer todo juntos ni las mismas cosas.
  • Intenta no estar pendiente del móvil las 24 horas del día. Las redes sociales pueden ser una ayuda pero también parte del problema. Hoy nos encontramos en todas partes personas que creen que saben la solución a todos los problemas y, si no nos hacemos fuerte, eso puede quemarnos también.

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