El año nuevo, ¿fin de una etapa?
Hablemos de la llegada del año nuevo, de las expectativas que le ponemos y de cómo, en mi opinión, podemos tomar partido por nosotros mismos.
Supongo que no descubro nada cuando digo que hace ya un tiempo que vivimos una temporada muy difícil a nivel mundial. La pandemia, y sus consecuencias a todos los niveles, nos está haciendo buscar estrategias nuevas para situaciones que creíamos tener dominadas:
- Ya no podemos relacionarnos con las personas como estábamos acostumbrados.
- Nos da miedo contagiarnos y contagiar a quiénes queremos…
- Por otro lado, tenemos límites para viajar que antes no teníamos.
- En el mundo laboral algunos trabajadores llevan ya mucho tiempo desbordados y otros no han remontado desde 2020.
Todas estas complicaciones hacen que nuestras cabezas busquen cualquier resquicio de normalidad y, hablar de etapas es una estrategia muy habitual.
Voy a poner algún ejemplo que ayude a entender lo que os digo:
- «2020 ha sido un desastre, seguro que en 2021 todo cambia»;
- «Este año no he conseguido bajar de peso, a partir de enero seguro que si».
Estas frases aluden a una visión de los acontecimientos en espacios de tiempo definidos y ayudan a entender las nuevas etapas como momentos de reinicio y actualización (permitidme la metáfora computacional).
Esta visión del tiempo por años nos ayuda a establecer propósitos y ponerlos en marcha pero otras veces puede ejercer un efecto negativo. Puede ser negativo si nos hace depender de la llegada de un nuevo año para mejorar aspectos propios, o incluso si nos hace funcionar como seres pasivos que dependen de un cambio en el entorno.
- «Cuando empiece el año voy a procurar tratar mejor a mis amigos.»
- «Cuando ascienda pasaré más tiempo con mi hijo»
- «Si me toca la lotería monto un negocio y podré dedicarme a mi mismo.»
Una forma más sana y responsable de hacernos cargo de nosotros mismos
Ponemos tantas esperanzas en la llegada del nuevo año que, si no se cumplen, nos hace polvo. Tenemos que aprender a hacernos cargo de nuestra felicidad y no depender de los demás. Esto no quiere decir que no podamos esperar cosas positivas pero si basamos nuestra felicidad en la posibilidad de que nos toque la lotería es bastante probable que vivamos infelices.
Intenta trabajar por y para tu felicidad:
- Reserva parte del día para ti, cuídate.
- Intenta hacer actividades placenteras, aunque a veces en un principio no tengas ganas.
- Mantén contacto con las personas que te quieren y a las que quieres.
- No perpetúes relaciones que te hagan sufrir.
- No pongas todas tus esperanzas en un solo acontecimiento: Esa felicidad será muy frágil.
Como estas recomendaciones puedes encontrar mil más, cada persona es única y no a todos nos va a hacer feliz lo mismo. Pregúntate qué necesitas o qué te gustaría que te ocurriera y pon en marcha las acciones que te ayuden a lograrlo.
No dejemos toda la responsabilidad al nuevo año, nuevo curso, nueva pareja…, y seamos nosotros el motor con nuestra actitud y trabajo. Así lograremos beneficios mucho más resistentes en pro de nuestra felicidad.
«Estamos programados para autorrealizarnos».
Abraham Maslow